miércoles, 24 de abril de 2013


TIEMPO DE TRILLAS
 (a Gdor. Mansilla)
...
Yo vengo desde el niño que miraba la calle
tan llena de silencios y duendes nocturnales,
y vengo desde vino de madrugada plena,
de la lluvia y el aire bajo los rosedales...
Me basta la palabra del amigo sincero,
como el fruto en la planta y el pájaro en el cielo,
renázco en cada letra desde el fondo del tiempo
y ando con la mirada puesta sobre mi pueblo.
Estoy sobre la espera del aire del verano,
admiro las estrellas que dan sobre el sembrado,
a la palmera quieta, al arroyo y al canto
cuando es un canto puro sin voces con recuadro.
Me gustan las palomas surcando atardeceres,
del verano dormido junto a las arboledas,
un horizonte rojo, y la estrella primera...

Así, de esta manera, recuerdo aquellos días,
siempre llevo presente mi gente y mi lugar,
quizas alguna tarde de verano encendido
como la golondrina, volando sobre el río
¡En el viento, a mi pueblo, me vean regresar!

"Tiempo de trillas",
de HUGO L. GONZALEZ
Edit.Entre Ríos, sept/1987

TIEMPO DE TRILLAS

(al pueblo de Gdor. Mansilla)

Recuerdo en el verano,
cuando la luna entraba, redonda, hasta mi cuarto,
y la palmera al viento peinaba suavemente
su cresta adormecida.
Recuerdo un patio abierto con piso de ladrillo,
un aljibe expectante, como mirando al cielo,
un parral, y a su sombra, una mesa de pino
adonde las abuelas tejían sus silencios.
Una no menos vaga visión del horizonte
que dibujaba el muro detrás de la glicina,
un jardín con rosales, una higuera sombría
y mi casa, una casa cualquiera allá en mi pueblo.
Recuerdo en la distancia una calle de tierra,
una sombra fecuanda de muchos paraísos,
una plaza, unas lomas y más allá unos campos
semillas de mis letras que a estas hora escribo.
Recuerdo las bandadas de patos siriríes
cantando en la alta noche,
con un azul brillante de inmensa curvatura,
el alarido errante de los viejos troperos,
un tañir de cencerros, un calor sofocante,
el polvo de mi silla, mis libros de poesía.

Percibo voces y ecos lejanos, sin ausencias,
siempre llevo guardado el canto de una brisa
tierna, elocuente de paisaje y leyendas,
y aquel inconfundible aroma a jazminero...

Mi sombra y mi poema escrito en la penumbra,
la ventana pequeña que daba con el cielo,
el eterno lenguaje del grillo rinconero
que siempre acompañaba mi temporal desvelo.
(continúa)

TIEMPO DE TRILLAS
de Hugo L. Gonzalez
Edit. de Entre Ríos - Libros del Lino
sept./1987