DESPERTAR
Montado en potro oscuro, casi en
pelo,
bajaste por la loma iluminada,
erguido como un junco bajo el cielo.
Fue
una vez, en la cumbre de un verano,
que
apareciste, casi de la nada,
y embelleciste
mi paisaje humano.
Sonreímos
los dos con la mirada,
con
una intensidad inaugurada
en el
candor del corazón temprano.
Sólo
los ojos y tu mano alzada
quedaron
como herencia de un verano
que
nunca olvidaré; porque ese encuentro,
tan
fugaz, me cambió toda la vida:
tan
solo con mirarte desde el centro
de
mi sangre, mis huesos, todo el ser,
abiertos
bajo el sol, cual una herida,
aprendí
para siempre a ser mujer.
TUKY CARBONI
Foto: Colonia del Sacramento,
Rep. O. del Uruguay