jueves, 30 de octubre de 2014


EGO

Mi verso como un bálsamo divino
cura el íntimo mal de mis querellas;
y para cada golpe del Destino
tengo un escudo de ilusiones... Ellas

suavizan las torturas del camino;
si hay flores de dolor junto a mis huellas
no importa... Seré siempre el peregrino
obstinado en soñar con las estrellas...

Enloquecí de azul... No se me oculta
el ruín desprecio de la turba estulta
sin otro altar que el del materialismo;

Quizás seré un vencido eternamente,
me harán caer, pero soberbiamente
y abrazado a la cruz del idealismo.

ALFREDO MARTINEZ HOWARD
"Adolescencia" - Crespo, Entre Ríos - 1924 -
Prólogo de P. Jacinto Zaragoza

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